
Corso llega a una ciudad donde el diseño se entrelaza con la memoria y el movimiento
Fundada el 6 de enero de 1542 sobre los vestigios de la antigua ciudad maya Ichkaansihó “cinco cerros”, Mérida es un lugar donde la historia no solo se conserva, sino que se transforma. Conocida también como T’Hó, esta ciudad fue uno de los centros políticos y ceremoniales más importantes del mundo maya. Al llegar, los conquistadores españoles vieron en sus construcciones en piedra tallada un eco de las ruinas romanas de su propia Mérida, la de Extremadura.

Las piedras originales fueron reutilizadas para construir la nueva ciudad colonial, marcando un punto de inflexión cultural. Hoy, muchas de esas estructuras siguen en pie, visibles en casonas, templos y calles del Centro Histórico más grande de América Latina que ha sido habitado sin interrupciones.
Durante los siglos XVII y XVIII, Mérida desarrolló un sistema urbano distintivo, con arcos y murallas que aún perviven como testigos arquitectónicos de una ciudad que siempre ha sabido reinventarse. Es una ciudad que honra su pasado sin quedarse anclada a él.
Corso llega a Mérida no solo por su vitalidad presente, sino por su tejido profundo de símbolos, materiales y culturas. Aquí, el diseño es una forma de recordar, transformar y proyectar.
UN CENTRO CULTURAL EN EXPANSIÓN
Mérida es hoy mucho más que una capital estatal. Es un nodo cultural del sureste de México, reconocida por su vida artística, su gastronomía reconocida a nivel internacional, sus universidades y sus museos. Desde hace años, ocupa los primeros lugares en calidad de vida y seguridad del país, lo que la ha convertido en un destino tanto para visitantes como para quienes buscan un espacio lleno de cultura y diversidad.

Mérida ha experimentado un crecimiento constante en las últimas décadas. Sin embargo, más allá del aumento en habitantes y extensión urbana, lo verdaderamente significativo ha sido la transformación en su composición social y cultural. Diseñadores, artistas, investigadores, emprendedores y familias enteras han llegado para integrarse a una ciudad que ofrece seguridad, calidad de vida y una identidad única.
Para Corso, este fenómeno representa una afinidad clara: entendemos el valor de la migración creativa, del cruce de saberes y estilos, de la mezcla de orígenes como base para la creación con propósito.
RÍA CELESTÚN: GEOMETRÍA VIVA
A menos de 100 kilómetros de Mérida se encuentra un entorno natural que ilustra la relación entre territorio y armonía: la Ría Celestún. Esta reserva de la biósfera, declarada en el año 2000, es hogar de la mayor colonia de flamencos rosados en América del Norte, además de más de 300 especies de aves, reptiles y flora endémica.
Explorar sus aguas en lancha revela una coreografía natural de color, forma y simetría. Manglares, esteros y cuerpos de agua salobre conviven en un equilibrio hipnótico. No es casual que muchas de nuestras piezas encuentren inspiración en este tipo de paisajes, donde la estructura natural se convierte en lenguaje visual.
CORSO EN MÉRIDA: UN ESPACIO DE CONEXIÓN
Nuestra nueva tienda en Mérida nace con la intención de integrarse a este ecosistema cultural, material y humano. No llegamos a imponer una visión, sino a sumarnos a una conversación abierta entre tiempo, estética y significado.
Más que una tienda, este nuevo espacio será una plataforma para el intercambio: un lugar donde cada pieza es un punto de encuentro entre territorios, donde cada detalle conecta con el legado de esta ciudad y con quienes hoy la hacen vibrar.


Te invitamos a visitarnos y a descubrir lo que sucede cuando la historia, el diseño y la materia se encuentran.