Desde 2017, Xokol se ha posicionado como un referente de la gastronomía tradicional mexicana en Guadalajara. Fundado por los chefs Cynthia Xrysw y Óscar Segundo, el restaurante toma su nombre del náhuatl Xokol, que significa “maíz pinto”, un símbolo central para este proyecto que honra el maíz criollo y la cultura ancestral mexicana.
La experiencia en Xokol es colectiva: la larga mesa compartida y la interacción abierta entre cocineros y comensales borran las fronteras tradicionales de un restaurante. El espacio y la arquitectura están diseñados para enfatizar este vínculo, con elementos como techos cubiertos de mazorcas y comales que evocan las cocinas de humo del México rural.
Más allá del sabor, Xokol representa una resistencia cultural. En tiempos donde la comida rápida y la industrialización alimentaria predominan, este proyecto apuesta por preservar y reimaginar las tradiciones mexicanas, recuperando la importancia del maíz nativo y los procesos manuales que garantizan su calidad y significado.
“El maíz no es solo alimento: es familia. Y no hay mesa mexicana donde la familia no se sienta a compartir.”
Xokol no es solo un restaurante, como Corso no es solo una joyería. Ambos espacios entienden la creación como un acto de preservación cultural.
En cada plato y en cada pieza hay una conversación con el pasado y un compromiso con el presente. En Xokol, el maíz es memoria viva. En Corso, las piedras, los metales y las formas también cuentan historias que se llevan cerca del cuerpo, como testimonios de tradición.
Xokol es un ejemplo claro de cómo la gastronomía puede ser un vehículo para preservar identidad cultural y generar comunidad. Más que un restaurante, es un espacio donde se produce y se comparte conocimiento ancestral, conectado a la tierra y a la memoria colectiva.
Porque cocinar desde la raíz es, en el fondo, una forma de volver a casa.