Felipe II, de la Casa de Habsburgo, es considerado uno de los soberanos más importantes en la historia de España por su liderazgo en la exploración global y la expansión colonial a través del Atlántico y el Pacífico. Extendió su imperio por varios continentes, creando uno de los imperios más vastos que se haya conocido, y transformando el mapa político del mundo.
Con el descubrimiento de inmensas riquezas extraídas de América, los españoles y sus poderosas flotas de galeones se convirtieron en los principales proveedores mundiales de monedas de oro y plata. Durante esta era aventurera, era inevitable que grandes cantidades de tesoros españoles se perdieran en tierra y mar debido a piratas, tormentas y otras desgracias imprevistas.
El real fue una unidad de moneda en España y sus colonias durante varios siglos. Cuando se descubrieron nuevos depósitos de plata en los territorios coloniales, surgió una necesidad urgente de exportarlos rápidamente a España. Para lograrlo, a partir del reinado de Felipe II, las casas de moneda comenzaron a producir monedas irregulares conocidas como macuquinas (cobs). Una barra de plata se cortaba simplemente en trozos del peso adecuado.
El objetivo de estas piezas toscas pero de peso preciso era facilitar su transporte. Una vez en España, las macuquinas se fundían para fabricar joyas, monedas, lingotes y otros objetos. Cada moneda tiene una forma única y representa una pieza irrepetible de la historia.