Inspirado en los susurros del mar Tirreno, refleja la isla de Palmarola y el símbolo omega que evoca la serenidad de las aguas cristalinas y la majestuosidad de los farallones rocosos. Es un poema en forma de joya que canta la melodía de la naturaleza y la historia, recordando que la verdadera belleza reside en la simplicidad y en una conexión profunda con lo que nos rodea. Es un homenaje a la paz, la tranquilidad y la expresión personal.